¡Con lo fácil que se lo ponía a Rajoy la Constitución de 1.978, tanto en su artículo 155 como en el artículo 8, para cortar por lo sano cualquier intento de avanzar en la tortuosa senda del separatismo!
Decía el filósofo Arthur Schopenhauer (1.788-1.870): "El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.". Y a uno, a quien el peso de los años empieza a causarle mella, este miedo a la soledad, al que se refiere el gran detractor de Hegel, se le está convirtiendo en obsesión, al ver como todos aquellos que formaban parte de su entorno más cercano van desapareciendo, uno a uno, dejándole yermo de amistades, de conversadores con los que compartir recuerdos y, lo que todavía es más lamentable, huérfano de aquellos que le ayuden a poder recuperarlos. Pero, si he de confesarles mi mayor preocupación es que, a estas alturas de la vida, me asalta la peor de las desazones, el que también se me prive de la patria, de la tierra a la que he amado, respetado y venerado desde mi infancia, España.
Lo cierto es que, a todos los españoles que venimos residiendo en Catalunya, que hemos seguido desde hace años las peripecias de su aventura secesionista y hemos contemplado, atónitos, los comportamientos de los diversos gobiernos españoles con respeto a las diversas etapas por las que ha ido discurriendo el sentimiento separatista entre la ciudadanía catalana y, reconozcámoslo, entre muchos no catalanes, que se trasladaron a esta tierra para conseguir un trabajo, que arraigaron en ella y que parece que se han contagiado de este virus del anti-españolismo virulento, una cepa que parece que, por la falta de energía y autoridad del Gobierno central, cada día que pasa se va propagando, adquiriendo ya el grado de epidemia.
Y es que, señores, nos hacemos cruces cuando vemos a lo que está llevando la mojigatería del señor Rajoy y de de su gobierno y la pasividad con la que se contempla como, desde el gobierno de la Generalitat, se están haciendo trizas todos y cada uno de los preceptos constitucionales, sin que ni los miembros del Ejecutivo, ni los fiscales ni los jueces parezca que se han enterado de que, tanto el señor Mas como sus seguidores, vienen incurriendo desde hace tiempo en delitos perfectamente definidos en nuestro Código Penal y claramente enunciados en nuestra Constitución. El candidato de CIU no deja pasar ocasión de declararse desafecto a España, a la que acusa de ser la responsable de todas las desgracias que les ocurren a los catalanes. ¿Lo será también de los 5.030 millones de euros que se han destinado para que la Generalitat pueda hacer frente a sus compromisos contraídos con aquellos infelices que compraron los famosos "bonos patrióticos" que, al parecer, el gritón de señor Mas, con su "acertada" política, no podía pagar?
¡Con lo fácil que se lo ponía a Rajoy la Constitución de 1.978, tanto en su artículo 155 como en el artículo 8 para cortar por lo sano cualquier intento de avanzar en la tortuosa senda del separatismo! Es cierto que, en los dos mandatos socialistas, con el señor Rodríguez Zapatero, se les dio a los separatistas cuerda suficiente para preparar su segunda etapa hacia la materialización de sus aspiraciones separatistas pero, señores, no podemos menos de recriminar, al actual Ejecutivo, el que todo lo que se ha hecho para frenar el creciente movimiento separatista catalán, se haya limitado a algunas frases grandilocuentes y a, poco precisas, alusiones a la Constitución.
No olvidemos que, el señor Mas, no es más que la imagen virtual del clan Pujol que es el que se mueve entre bastidores, llevando la táctica y la estrategia de este movimiento. Resulta sorprendente que el señor Mas, en su cruzada nacionalista, no sepa decir otra cosa que él es un héroe que se sacrifica por el pueblo catalán para llevarlo, fuera de España, donde todo serán, como se dice en esta tierra "flors y violas" ( algo así como "coser y cantar"), sin que, este gran fabricante de globos de aire, no es capaz de aportar argumento alguno de cómo se las va a ingeniar para solventar todos los graves problemas a los que se enfrenta Catalunya que, siendo graves, no alcanzarán ni al 25% de los que tendría en el supuesto de independizarse; cuando quedara fuera de la UE y no tuviera garantías suficientes ni reserva alguna de oro para garantizar una eventual moneda propia. Tacha a las demás formaciones de no tener un programa de gobierno o de no aportar un plan de desarrollo; pero se olvida de que no ha dado ninguna garantía de cómo va a pagar las pensiones a sus beneficiarios; cómo va a sostener las prestaciones sociales y la gratuidad de los medicamentos o cómo va a solucionar el tema de los 800.000 parados o del pago de la cuantiosa deuda ( 42.000 millones de euros) y el de las multinacionales que abandonen el país, asustadas por las nefastas consecuencias que les puede acarrear el tener que pagar aranceles..
Por lo visto el señor Mas y su compadre Durán confían, como Moisés, en el maná que le caerá del Cielo para gobernar una Ínsula Barataria, aislada del resto de naciones y gobernada por un gobierno, teóricamente de derechas, pero acosado directamente por las izquierdas que, cuando consigan su objetivo de aislar el país de España, empezarán a buscar los medios para hacerse rápidamente con el poder, algo que no les va a resultar difícil dada la especial tendencia del pueblo catalán, en una gran mayoría, a los planteamientos afines a ERC. No tienen otros argumentos a los que apelar más que al sentimiento identitario del pueblo catalán, a "poder decidir" y a esa particular forma de entender la democracia hecha a medida. Un supuesto bienestar o tierra de Jauja que parece que se conseguirá nada más declararse independientes.
Y cuando uno observa la extemporánea reacción del fiscal superior de Catalunya, señor Martín Rodríguez Sol, cuando se ha extralimitado en sus funciones, declarando la información del periódico del señor Pedro Ramírez, sobre el clan Mas-Pujol, de "afirmación radicalmente falsa y mendaz", sin que apenas haya iniciado las primeras diligencias para investigar la existencia de los delitos y las pruebas que pueda aportar, al juez instructor del caso, en contra del diario El Mundo; nos hace pensar que, para este señor, el caso ya está juzgado y fallado y que sólo falta que envíen, cargado de grilletes, a la mazmorra al señor director del periódico, por haberse atrevido a dudar del al clan que maneja los destinos de Catalunya y, posiblemente, según las noticias que corren, el que está decidido a continuar en el candelero si logra que se independice del resto de la nación. ¿Se imaginan ustedes lo que nos esperaría a aquellos ciudadanos que nos atreviéramos a objetar, pedir justicia o reclamar nuestros derechos, en manos de tales representantes de la Justicia, evidentemente incapacitados para impartirla por su clara parcialidad y compromiso con la causa separatista?
El propio Fiscal General del Estado ha tenido que intervenir para corregir al señor Rodríguez Sol y ordenarle ceñirse a sus funciones como fiscal. Y ante esta situación, el señor Mas sigue insistiendo que España pierde enteros en Europa y Catalunya los gana. Una mentira más ya que la causa de la independencia está perdida y no tienen la más mínima posibilidad de ser acogidos en la CE. Pero, ¿qué clase de país es este en el que es pecado exhibir una bandera española, rotular en español, no está bien visto hablar en castellano, se impide estudiar en el idioma nacional y se incumplen las sentencias de los tribunales de Justicia, sin que ningún fiscal ni juez parezca que se sienta incomodado por ello?. Yo se lo diré: es el resultado de un Gobierno que cede ante el chantaje del nacionalismo. O así es, señores, como lo veo yo la situación.
Miguel Massanet Bosch
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