(Publicado en dclm.es, aquí)
EL REY DON JUAN CARLOS Y EL PRÍNCIPE FELIPE, ESTA SEMANA EN EL ESCORIAL (MADRID).
"Los pies en el suelo son más prácticos que las margaritas sembradas en las nubes…"
En estos días y con motivo de la abdicación del Rey Juan Carlos I se ha levantado una importante polémica sobre la forma de Estado.
La Constitución vigente nos dice que nuestro sistema político es una monarquía parlamentaria. Parte de quienes lo cuestionan argumentan que ellos, por edad, no votaron la Constitución y tendrían derecho a ser consultados. De hacerse así las cosas probablemente todos los días tendríamos que cuestionar la decisión tomada el día anterior por la mayoría, porque siempre se incorporan más ciudadanos a ese club de ciudadanos que tienen derecho al voto. La Constitución de los Estados Unidos perdura, con veintisiete enmiendas – la última de 1992 -, desde hace doscientos veintiocho años, lo que ha dado una enorme estabilidad política y económica al país.
No existe nada inmutable y también la Constitución tiene instrumentos para derogarse, cambiarse o enmendarse, pero para decidir si la cambiamos, y por tanto si queremos monarquía o república no cabe otra opción legal que seguir lo dispuesto en ella.
Tengamos las cosas claras, porque los cantos de sirena siempre son muy socorridos en épocas de crisis : Para cambiar la Constitución hay un procedimiento, que pueden iniciar quienes reúnan las mayorías necesarias en el Parlamento. O aceptamos el Estado de Derecho o lo negamos pero no vale aquello de "por qué a mí me parece" o "porque no se me consultó porque no había nacido", o ese abstracto subjetivo de "ha perdido legitimidad"•…Y si negamos el Estado de Derecho , ¿ cómo lo hacemos ?: ¿ Asaltamos el Palacio de Invierno?; ¿ imponemos nuestro criterio a los demás adoptando nuestras propias normas para hacerlo ?, ¿ hacemos barricadas ? destruimos el sistema político por las bravas ?, ¿ pedimos que alguien de un Golpe de Estado? … ¿Tal vez arrogándonos una representación que nadie nos ha dado ?. La única opción de cambio legal y legítima en un sistema democrático lo dá un Parlamento con una mayoría suficiente para consensuar una nueva forma política del Estado.
Luis Gómez Llorente, en nombre del PSOE defendió la República durante la elaboración de la Constitución de 1978, pero la mayoría optó por la monarquía parlamentaria y Llorente y el PSOE acataron y votaron favorablemente el texto final de la Constitución de 1978, que se consensuó entre todos, incluído el Partido Comunista que no puso ningún reparo en aceptar la monarquía sin enmienda alguna por su parte, para con ello hacer posible la democracia y la convivencia. La Constitución, como en cualquier régimen democrático que se precie, se establecía un procedimiento para su reforma, que para hacer posible la convivencia orientaba hacia el consenso, de tal forma que no ocurriese lo que durante dos siglos había ocurrido en nuestro país, es decir, que unos impusiesen su Constitución a los otros ( ¡¡ hasta ocho llegaron a estar vigentes ¡¡ ), generando así una inestabilidad política y económica, causa de gran parte de nuestros males históricos.
En las Cortes, hoy, ni aún votando el PSOE por una reforma constitucional en favor de la República se tendría mayoría. Por tanto, salvo que se quiera tomar otra opción fuera del sistema y de la legalidad, que nadie sensato va a tomar, hemos de ser posibilistas: hoy, legalmente, no podemos cambiar la Constitución. ¿ Tal vez mañana pueda acometerse una reforma amplia o total ?. Pero ahora lo que se va a votar no es entre Monarquía y República. Se vota si el Rey abdica o no -paradójicamente algunos que lo estaban pidiendo puede que voten en contra de que lo haga -. Yo creo que la cosa es y está muy clarita. Otro asunto es que a muchos nos pudiera gustar otra opción …
Fernando Mora Rodríguez
Politólogo